Empezó pintando tags en las calles llegando a parar en la comisaría, luego estudió en la universidad hasta convertirse en autor de grafitis vivos, inolvidables, llenos de sentido filosófico que se pueden ver en las calles de Bulgaria, Canadá, Alemania, Rusia... Así fueron los inicios de Nasimo, uno de los rostros más populares de la cultura del grafiti búlgara.

Detrás de este seudónimo se esconde Stanislav Trífonov. Debido al carácter específico de su actividad, estos artistas urbanos evitan presentarse por su nombre real. Nasimo dice que los grafitos le hallaron cuando tenía unos 15 ó 16 años. Esta forma de expresarse le gustó tanto que desarrolló aún más sus habilidades graduándose en pintura por la Universidad de Veliko Tárnovo. La resistencia de sus padres aportó un encanto adicional a sus pinitos en este campo.

“Como todos los padres, al principio no estaban contentos con lo que hacía y por esto tenía que ser muy discreto. Luego, vieron que la gente aprobaba mi trabajo y que éste gozaba de éxito. Entendieron que no era tan malo como les parecía. Me he dado cuenta que la mayoría de las cosas buenas al principio se perciben mal y asustan a la gente. Para muchos la palabra “grafitos” es espantosa: “¡Oh, vándalos! – dicen, horrorizados –.  Ahora van a pintarrajearme la puerta”– ríe cual un niño Nasimo.

Hoy en día los grafitos de Nasimo se pueden ver, además de en las fachadas de los edificios, en viviendas, en la ropa de estilo urbano y en varias galerías por el mundo. Con sus amigos experimenta mezclando estilos y creando trabajos que son algo intermedio entre grafitos y pintura.

¿Cuál es la actitud del público hacia los grafitos en la sala de exposición?

“Los grafitos son como cualquier otro arte. Tomemos, por ejemplo, el cubismo o el surrealismo; tal vez en su momento también estos estilos planteaban incógnitas de cómo serían percibidos en una galería. Al principio se creía que el lugar de los grafitos estaba sólo en la calle. Pero, si están hechos sobre lienzo, ¿por qué no presentarlos en las galerías? ¿Qué impide exponer un estilo diferente? Los grafitos son la expresión más exacta de la época en que vivimos, ya que tienen una proyección social. Contienen mensajes asociados directamente a lo que está sucediendo en estos momentos en el mundo”.

El muro, la mejor galería por ser accesible para todos, resultó ser una poderosa herramienta para la comunicación. “En los grafitos hay mensajes codificados, simplemente hay que tener la capacidad de verlos”, explica Nasimo.

Nasimo es de los artistas que no se conforman con el status quo. Si bien al comienzo sus grafitos reflejaban un pensamiento rebelde y eran una negación de lo universalmente asumido, actualmente, el autor se vuelve más a menudo hacia lo espiritual. “Estoy tratando de inculcarme a mí mismo algunas cosas, ser una persona mejor, ayudar a los demás, descubrir un propósito más alto en la vida. Son las cosas que me importan y que se ven reflejadas de una manera natural en mi trabajo”.

¿De dónde brotan su energía inagotable y su inspiración?

“Todos sacamos energía de un único lugar, de Dios, aunque no todos lo confiesan. Todo viene de Él. Por esto es normal que nosotros también tratemos de hacer algo por Él. Tomamos de Su energía y luego se la devolvemos; él debería estar contento”– sonríe Nasimo.

¿Se siente él libre en el arte?

“Si no está libre, el artista no puede crear, sino que trabajaría por encargo, y esto no es arte. El arte es expresarte a ti mismo, independientemente de si lo que haces vaya a gustar al público o no. La libertad significa simplemente ser como se es”.

Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal