El pintor trasladaba su estudio a la orilla del mar donde captaba el estado de ánimo del elemento del agua y el juego del sol sobre su faz de espejo, y seguía la luz que las olas hacían girar en una danza que equilibraba su alma en armonía con la suave luminosidad del mar silencioso o con las antorchas furiosas, atizadas por un poderío atávico implacable.
La Galería Nacional de Bellas Artes de Sofía ha decorado sus paredes con los paisajes marinos de Mario Zhekov para rendir homenaje a este gran marinista búlgaro por el 120 aniversario de su natalicio. El artista nació en la ciudad de Stara Zagora, en el centro sur de Bulgaria, y durante toda su vida analizó el mar en constante cambio cuyas aguas reflejan atardeceres tranquilos y rocas inmóviles, pero también se encrespan por las tormentas.
Mario Zhekov es uno de los pocos artistas a los que llamamos, y con razón, marinistas –comenta el Prof. Marín Dobrev, director de la Galería Municipal de Artes de Stara Zagora– . Dedicó toda su vida al arte, en concreto al mar, al agua, viajando por la riviera francesa, pero también por Macedonia Oriental y Tracia, a lo largo del mar Egeo, por Dalmacia y la costa búlgara del mar Negro. El pintor se encontraba siempre donde estaba el sol, y su espíritu inquieto buscaba sin cesar desafíos para afrontarlos con su caballete y su cartón imprimado.
Un encuentro fatídico en tiempos de guerra marcó el rumbo de su camino para hacerlo visible y para que no se desviara de él. Cuando, en 1917, durante la I Guerra Mundial los Aliados atacaron las posiciones del Ejército búlgaro cerca de Dojran, Mario Zhekov cayó en cautiverio. Fue allí donde un soldado galo lo animó a estudiar el arte de la pintura en Francia. Cuatro años más tarde, Zhekov se fue a Estambul con la intención de subirse a un barco y seguir su sueño parisino pero el dinero ahorrado no le alcanzó para comprar el pasaje. Junto al Bósforo dio sus primeros pinitos como pintor marinista, creando decenas de dibujos y acuarelas mientras se iba preparando para estudiar en la escuela de pintura de París en la que se matricularía en 1924.
El artista concibe el mar como un universo en el que busca hacer explotar sus experiencias internas –comenta el Prof. Marín Dobrev– . En el principio está la contemplación del mar, luego viene su evaluación comparativa con la orilla, donde lo estacionario se enfrenta a la dinámica constante. Más tarde, Zhekov introdujo en sus pinturas a los trabajadores del mar, aunque en un plan distante, y escribió que más que nada le interesaba la gente vinculada al piélago: los pescadores que tejen sus redes y tiran de sus botes.
Y aunque los paisajes de la cordillera del Balkán, de Veliko Tárnovo, de Dryanovo, de las montañas Ródope y Rila y el Danubio también representaron sendos desafíos para el artista, su fuerza parecen ser los lugares donde la vista vislumbra aunque sea un riachuelo fluyendo por entre los árboles o las casas antiguas. Es allí donde ve realizarse su sueño de unir la luz, el aire y el agua.
En 1926 Mario Zhekov regresó a la patria donde hizo una exposición y consagró su nombre con el de otros maestros del paisaje marino. Diez años más tarde se fue a Dalmacia. En Dubrovnik creó sus cuadros más relevantes, impregnados de color y luz. Sus obras fueron bien recibidas en las galerías de arte de varias ciudades croatas, y sus exposiciones individuales presentaron su obra en Belgrado, Zagreb, Budapest y Bucarest.
El cambio del régimen político en 1944 pone a prueba el espíritu librepensador del artista y él, cada vez más, busca la soledad junto a las olas del mar que se rompen contra las rocas, dice el Prof. Dobrev. En sus lienzos, el mar, tan pintoresco antaño, pierde sus ricos colores.
Junto con los paisajes Mario Zhekov hará, durante el resto de su vida, decorados para obras teatrales, así como materiales publicitarios para la agencia estatal búlgara Balkantourist. Lamentablemente, el calendario de doce acuarelas de diferentes confines de Bulgaria que planeaba hacer quedó incompleto porque en 1955 el artista pasó a mejor vida vencido por el cáncer.
Los fascinantes paisajes marinos de Mario Zhekov se pueden ver en las salas de la Galería Nacional de Bellas Artes de Sofía hasta el 16 de septiembre de 2018.
Versión en español
por Daniela Radíchkova
Fotos:
Diana Tsankova
y archivo
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