A la trata de personas se le va llamando de manera cada vez más frecuente “esclavitud moderna”. En vísperas del Día Internacional de lucha contra este fenómeno que se conmemora hoy, 18 de octubre, en la ONU han constatado con alarma que la explotación, que va cobrando escalas enormes sobre todo entre los migrantes, los refugiados y los demandantes de asilo, ya se ha instalado profundamente en la economía mundial y en el mercado de la mano de obra.

Cada vez que un individuo se ve forzado, pese a su voluntad, a ejercer determinado tipo de actividad por medio de amenazas, crueldad o engaño, en beneficio de quien lo fuerza a tal actividad, se habla de tráfico o explotación de personas. Esta lacra se ha extendido a diferentes esferas: prostitución, trabajos de baja cualificación, tráfico de bebés y de órganos, mendicidad y ratería. Por desgracia, hay búlgaros que frecuentemente caen en esta trampa debido a la llamada migración laboral, al desempeñarse básicamente en los sectores de la construcción, la hostelería y el agro, o bien, en casas de personas ancianas y enfermas a las que cuidan. Según la asociación “Animus”, nadie se encuentra asegurado de que no se verá jamás en tal situación. Así lo ha demostrado un experimento social en el marco del cual se ha difundido un anuncio fraudulento, promocionado ampliamente, de trabajo en el extranjero.

En ese anuncio se aseguraba que una empresa de Dinamarca contrataba a trabajadores para un trabajo... inexistente, dice Nadya Kozhujarova, de la citada asociación. En términos muy cortos se interesaron por la oferta más de 150 candidatos, y no precisamente de los que nos imaginábamos-de nivel educativo más bajo y sin dominio de idiomas-.Sucedió todo lo contrario ya que los candidatas en este caso habían viajado al extranjero, algunos de ellos tenían buena formación y dominaban idiomas extranjeros. Esto significa que uno al buscar, a toda costa, trabajo en el extranjero, podrá convertirse fácilmente en víctima de explotación o de tráfico de personas.

Según Nadya Kozhujarova, hay en Bulgaria personas sentenciadas por tráfico de personas pero las causas incoadas no son suficientes ni es satisfactoria la severidad de las condenas. Una de las causas es que las víctimas no acceden siempre a denunciar la violencia ejercida contra ellas.

Las víctimas se niegan a testificar, ya que se sienten mucho más débiles que los autores de los delitos que suelen formar extensas redes, o bien, se trata de figuras estables con recursos y posibilidades, asistidas por abogados avezados, dice Nadya Kozhujarova. Sin embargo, si a las víctimas se les asignaran de manera gratuita abogados defensores, igualmente experimentados y prestigiosos, las víctimas ocuparían otras posiciones. Además, para éstas se trata de un proceso doloroso, sobre todo en la explotación sexual, y tal proceso hasta puede resultar muy traumático. En la sala del tribunal, la víctima debe ir demostrando lo que le había pasado, mientras el reo va intentando rebatir sus aseveraciones de todas las formas, hasta llamándola demente y que había consentido verse en tal situación.

A diferencia de la situación en Bulgaria, en Europa el sistema judicial se encuentra mucho mejor preparado y las víctimas propenden a testificar, ya que saben que existe la posibilidad de que la causa penal concluya con un buen resultado, sea un resarcimiento material, o bien, moral en forma de una severa condena, afirma Nadya Kozhujarova. En Bulgaria, en teoría, las víctimas también podrían ser compensadas con sumas elevadas, pero, de hecho, tales sumas resultan impagables, ya que los acusados suelen transferir su patrimonio a nombres ajenos.

El problema es hasta qué punto el tribunal sería propenso a considerar los hechos en provecho de la víctima, dice Nadya Kozhujarova. Es que en Bulgaria nos interesamos mucho más por el castigo infligido al autor del delito respectivo y solemos olvidarnos de la víctima, de cómo se le emplea como testigo en la persecución penal, sin que exista un provecho sustancial para ella a largo plazo. Sin embargo, estas mismas víctimas generan para sus explotadores sumas muy cuantiosas de dinero y tienen derecho a que les sea restituida al menos una parte de esos recursos, si no todos. Por desgracia, las vistas de tales causas penales suelen transcurrir en un procedimiento rápido y se hacen intentos por conseguir pactar un acuerdo entre las partes. Nosotros, sin embargo, no podremos realmente combatir este delito si no se dictan sentencias severas y graves.

Recientemente estuvo de visita en Bulgaria Maria Grazia Giammarinaro, relatora especial de la ONU sobre la trata de personas, quien ha declarado que el fenómeno ha cobrado tantas escalas que el desarrollo de la economía mundial también se debe a la explotación de seres humanos y ha llamado, que en tales casos, se apliquen medidas sumamente rigurosas.

Versión en español por Mijail Mijailov