Adultas, aisladas, solitarias pero de corazones intactos, no dejan de donar porque en esto son las mejores. Cada semana las damas de la residencia de ancianos “San Basilio el Grande” de Plovdiv se sientan, libro en mano, al lado de los chiquitines en los círculos infantiles de la ciudad. Sus palabras van trenzando paulatinamente los hilos de una alfombra mágica en la que los niños se trasladan a mundos fabulosos.
El proyecto “Abuelita, cuéntame”, de la fundación ”Generaciones juntas”, se alumbró después de las conversaciones mantenidas entre los moradores de la residencia de ancianos y la directora de la guardería infantil “Zornitsa” (lucero matutino en español). Las personas de la tercera edad, una vez alojadas en esas residencias se sienten marginalizadas y pierden sus ánimos de que aún puedan ser personas de utilidad, dice Margarita Gáncheva, presidenta de la organización.
La primera en cobrar coraje para afrontar a los chiquillos ha sido la abuela Mina y su ejemplo ha resultado contagioso para muchas de las mujeres de esa residencia.
Al comienzo teníamos la idea de que esas damas de la tercera edad fueran a narrar cuentos. Pero, como ellas mismas lo notaron, los niños necesitaban también de conversar, de establecer relaciones, de ser objeto de atenciones, dice margarita Gancheva. Las abuelas siempre comienzan por contar cuentos pero a menudo su narración queda interrumpida por las preguntas de los niños. En estos contactos hay, por supuesto, abrazos, sonrisas, risa. No por casualidad, los maestros de los chiquillos han dado en llamar estos momentos “una escuela de la vida”, ya que las mujeres conversan con los niños sobre gran número de temas de la vida, abordando incluso temas pecuniarios de cómo, por ejemplo, los niños pueden ahorrar su dinerito en lo que vayan a comprar en la tienda. A veces amasan hogazas, dibujan, sacan cuentas, escuchan música. Estos períodos son, de veras, momentos muy valiosos para los niños y los adultos, por igual.
En las lecciones sobre la vida participan activamente los niños y sus maestros del jardín de infantes “Valentina”. ¿Por qué los niños prefieren que sea la abuela quien les cuente cuentos?
Es distinto escuchar una cuento que te narre una abuela, señala Margarita Gancheva. Es que una dama de edad avanzada infunde respeto, irradia serenidad y sabiduría. Nuestra idea apunta a propiciar el contacto entre las generaciones, puesto que cada generación lleva su carga y cumple con su misión. Por desgracia, en la época actual, estos puentes entre las generaciones se han vuelto un tanto precarios. Hay que decir que cualquier generación que no haya tomado el relevo de la generación anterior no podrá conseguir el éxito.
Las mujeres de la tercera edad que llegan a la guardería infantil hacen realmente algo bueno que siempre es correspondido. Llaman “benefactoras” a las personas que les devuelven el gesto y los sábados por la mañana acuden a la residencia de ancianos con la intención de ofrecer vitalidad y recoger sabiduría. Estas personas, agrupadas en otro proyecto de la fundación, titulado “A visitar juntos a la abuela y al abuelo”, forman un grupo que abarca a niños de dos años de edad y hasta a señoras y señores de sesenta años. Comunicarse es su objetivo único y estar juntos, por medio de conversaciones temáticas, ir al teatro, ir de excursión a las instalaciones de remo de Plovdiv, la página respectiva, fuera de lo común, en Facebook
La pequeña página de abuelita” no es virtual como la nuestra, sino que representa un panel en la que cada semana escribimos un pensamiento, dice Margarita Gancheva. Hemos anotado pensamientos de la Madre Teresa, coplas o algo que esas personas hayan inventado como formas para hacer votos de beneficencia, como inspiración y buen ejemplo. La gente ya sabe que deberán meditar en torno a esos pensamientos.
Las personas de la tercera edad, aunque reunidas en la residencia de ancianos, se sienten solitarias, ya que cada una de ellas ha sufrido alguna pérdida. A veces se sienten también inútiles.
Este aislamiento ha sido impuesto por la sociedad puesto que se considera que los jubilados ya son una gente de segunda, dice Margarita Gancheva. Sin embargo, esas personas han trabajado toda la vida y ahora, al cumplir los 70 años, tienen experiencia de la vida. Es por esto que nosotros de la fundación “Generaciones juntas” queremos beneficiarnos de su saber y, a la vez, enfatizar en virtudes como el respeto, la compasión, la responsabilidad, sin las cuales resulta imposible tender un puente entre las generaciones.
Los miembros de esta fundación no creen que estén haciendo algo especial al reunirse los fines de semana con la gente anciana. Para nosotros es normal atender al menesteroso, estar durante algún tiempo al lado de una persona que necesita ser oída. Lo que pretendemos es simplemente restituir el humanitarismo, ayudarle a cada generación a que encuentre su puesto y tome conciencia de su valía para así conseguir recoger y, luego, transmitir el testigo en este relevo generacional, concluye Margarita Gancheva.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Archivo personal
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