Los exploradores polares búlgaros tendrán a su disposición un nuevo y moderno laboratorio de investigación en la Antártida. Un grupo de arquitectos, encabezados por Penka Stáncheva, ha ganado el concurso internacional para diseñar la nueva base búlgara en el continente helado. La instalación se extenderá sobre 250 metros cuadrados, aproximadamente, en la Isla de Livingston, sede de la Base Antártica Búlgara, y será montada sobre columnas para no quedar enterrada bajo la nieve y resistir a las tormentas. Con sus formas simplificadas y estructura sólida, el nuevo laboratorio ofrecerá un refugio seguro a los científicos, que se dedican a estudiar el cambio climático y la diversidad de la fauna y la flora del continente.
El edificio de la nueva base será de una planta y recordará las casas de techo a dos aguas, una arquitectura tradicional de las zonas más remotas y más frías –dice la Arq. Stáncheva– . Además de reproducir la silueta del edificio ya existente, lo que quiero es ampliarlo y modernizarlo. Los materiales que utilizaremos para los soportes son una construcción metálica, y también paneles térmicos, para aislar bien el espacio interior y reducir al mínimo las pérdidas de calor.
Según la arquitecta, las obras de construcción en uno de los lugares menos contaminados del planeta deberían ser más discretas y más humanas para que inspiren una sensación de hogar. No obstante, está convencida de que la sensación de hogar la crean los habitantes, mientras que los arquitectos sólo pueden agregar algún que otro toque.
Las pocas conversaciones que he mantenido con nuestros exploradores polares, así como las historias que he escuchado, dejan la impresión de que son un equipo unido y cordial, unas personas que hacen frente a unas condiciones inhumanas, impulsadas por su amor a la naturaleza –prosigue la Arq. Penka Stáncheva– . Esta imagen que he forjado en mi mente, de una comunidad de gente solidaria y determinada, así como de un ambiente íntimo y humano, me ha guiado en mi propósito de crear para ellos más que una instalación, un hogar. Por supuesto, será una instalación, pero quiero conservar de forma indirecta las condiciones para este microclima que las propias personas establecerán luego. En cuanto a la arquitectura: el ambiente cálido se crea principalmente mediante las proporciones –un espacio acogedor es aquel que no es ni demasiado grande ni demasiado pequeño– , y también mediante los materiales usados y los colores. En otras palabras, será una combinación de lo visual y lo funcional.
La Base Antártica Búlgara San Clemente de Ojrid data del año 1988 cuando en la Isla de Livingston fueron montados dos edificios prefabricados. Más tarde, a éstos se sumaron un inmueble multifuncional, así como la primera capilla ortodoxa en la Antártida, que lleva el nombre de San Juan de Rila, el protector celestial de Bulgaria.
La futura instalación resumirá la naturaleza de las actuales construcciones, fusionándose con ellas en un solo complejo arquitectónico; por ejemplo, los tejados puntiagudos de las casas serán recreados como un elemento artístico en la entrada del edificio. El laboratorio costará alrededor de 400,000 euros y será construido en tres años con financiación europea y dinero de los Presupuestos Públicos. Según Jristo Pimpirev, director del Centro Nacional de Investigación Polar, la inversión vale la pena ya que la Antártida, con sus recursos inagotables de agua dulce, minerales y un turismo en expansión, es el futuro de la humanidad.
La Arq. Penka Stáncheva, motor del proyecto del nuevo laboratorio búlgaro en la Antártida, actualmente hace realidad sus sueños profesionales en Chile. Aparte de los proyectos arquitectónicos, allí la retienen “el poder de la naturaleza, representada de una manera dramática por los Andes, el océano e incluso los terremotos”, según explica. En Bulgaria la Arq. Stáncheva ha sido ganadora de varios premios.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: Archivo personal
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