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El Valle de los Asnos ofrece una dulce vida a los “orejas largas”

Separarse de un compañero fiel después de veinte años o más de entregado servicio: los dueños de burros ancianos no ocultan sus lágrimas cuando se ven obligados dejar a su animal en un refugio. Pero "El Valle de los Burros" no es en absoluto un feo establo en el que los cuadrúpedos cansados del trabajo pesado esperan su fin. La exuberancia del paisaje natural recibe a sus habitantes con comodidades y buenos cuidados.



Hace tres años la organización suiza “Veterinarios en Acción” construyó un refugio para burros ancianos en el pueblo de Banichan, en Gotse Delchev, para atender a los numerosos animales de la zona. Porque en casi todos los patios vive un Marco, y él está tan viejo y enfermo como sus dueños. Pero en vez de terminar en un matadero o padecer desnutrición y cuidados insuficientes, puede pasar sus últimos días entre de la belleza de la naturaleza. El Valle de los Burros les ofrece refugio y les permite pasear libremente por las 25 hectáreas de terreno y recibir la ayuda especializada de dos veterinarios y nueve cuidadores.



Todo burro llega al refugio con su propio destino
, explica el dr. Mario Darpatov, que se ocupa no solo por los residentes del refugio sino también de los casi 150 animales de la zona. Algunos están cansados, otros hambrientos y la mayoría enfermos. Hace una semana llegó del pueblo de Dolen el último, un burro de 33 años que sigue vivo de milagro. Porque, como sus semejantes, ha pasado toda su vida tirando de un carro, trabajando en el campo y transportando cargas sobre el lomo.



La historia más común de los burros es que se hacen mayores y ya no pueden trabajar en el campo, que es la razón por la que se obtuvieron al principio
, explica el dr. Mario Darpatov. Y entonces la gente se ve obligada a seguirlos alimentando durante años porque no pueden deshacerse de ellos. Es como abandonar a su perro o gato, por lo que los propietarios se quedan a sus animales incluso si ya no son útiles. Simplemente los alimentan y los tratan como a mascotas. Por lo general, en sus los últimos diez años de vida los burros pasan de ser animales de trabajo a compañeros. Sin embargo, cuando los propios dueños envejecen y ya no pueden cuidarlos, los traen al refugio.



Aquí los burros siguen un horario estricto. Por la mañana se los saca a pastar,  y mientras tanto se limpian sus establos.



Además comen heno, forraje y cebada. Si hace buen tiempo, pasan todo el día fuera. Y por la noche, "se acuestan", encerrados por seguridad, con suficiente heno y agua.



Y para que puedan disfrutar de esa dulce vida durante más tiempo, los veterinarios y los cuidadores los cuidan durante todo el año: les vacunan, les dan vitaminas, les limpian los dientes con una máquina, les cortan las pezuñas, les bañan y durante el invierno se les mantiene calientes con lámparas en los establos.

Los burros se acostumbran rápidamente a estar aquí, porque hay otros de su misma especie y se vuelven mansos y tranquilos, continúa el dr. Mario Darpatov.  No hay forma de saber cómo eran cuando estaban con sus dueños, pero por lo que veo, aparentemente suelen ser buenos.

Les encanta que les presten atención, son sociables y quieren que les rasquen y les acaricien. Les gusta estar limpios en el granero, caminar libremente y pastar hierba.



Los burros viven en libertad, no están atados, pasan todo el día los pastos y solo vuelven a casa por la noche para dormir. Aquí los animales se sienten muy bien.



A menudo vienen grupos de estudiantes y turistas a visitar a los burros, y a veces los ex propietarios vuelven para abrazar a sus animales. Si algún día visitamos el refugio en el pueblo de Banichan, sus habitantes nos saludarán con la mayor cordialidad y nos acariciarán confiados con el hocico.

Versión en español por Marta Ros
Fotos: Archivo personal



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