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Stefan Krastanov, el físico cuántico búlgaro en Harvard

Descubrió la ciencia gracias a dos profesores eruditos en secundaria. Hoy, cuando se desempeña en los círculos académicos más encumbrados, no se olvida de devolver lo aprendido al mundo. Es que el saber le despierta, cambia y eleva a uno solamente cuando es compartido.

Stefan Krastanov trabaja en la creación de un ordenador cuántico y enseña en Harvard, pero no olvida que su despertar para la ciencia se lo debe a sus maestros de la primaria en Burgás, ciudad portuaria búlgara a orillas del mar Negro. En la escuela primaria “Vasil Aprilov” y luego en el Liceo de Matemáticas y Ciencias Naturales, Stefan disfrutó de profesores entregados totalmente al saber, frecuentó sus primeras “clases de ciencia” y fue conquistando medallas de competiciones y olimpiadas. Paralelamente fue ahondando sus conocimientos de física en la famosa escuela de Teodosii Teodosiev, resolviendo problemas que no estaban recogidos en los manuales. Al término de sus estudios preuniversitarios fue ensayando varios sistemas educativos europeos, pero las mejores condiciones para ahondar en la ciencia las encontró en Yale y en Harvard:

La mayoría de las instituciones estadounidenses crean lugares en que uno no sólo disfruta de la oportunidad de dedicarse a una labor científica sino también de sentirse en ellos como en su casa, dice Stefan Krastanov. No les importa únicamente que uno sea un buen trabajador científico, también importa si uno llega a ser una parte de la cultura que se genera en el campus universitario y sus alrededores, si ayuda como voluntario, si encuentra tiempo para charlar con los estudiantes, en vez de limitarse únicamente a enseñar. En resumen, cabe resaltar que devolver este saber al mundo es una faceta importantísima de nuestro trabajo.

El agradecimiento por el saber y por las posibilidades que ha tenido en la vida el joven físico cuántico lo traslada a su trabajo con niños: enseña física a alumnos de barrios más pobres. También ayuda a adolescentes de su ciudad natal durante sus breves estancias en la patria. Lo más importante que pretende enseñarles a los adolescentes de ambos lados del océano es que uno, aun no siendo físico, es capaz de entender al mundo.

La física cuántica, incomprensible para la mayoría de las personas, la explica Stefan con palabras sencillas: Nos dice cuáles son las limitaciones sustanciales que el universo pone ante nosotros. Según el estudioso, si algo resulta imposible de lograr por medio de las leyes de la información cuántica, muy probablemente no se podrá conseguir de ninguna otra forma:

La física cuántica supera algunas de las limitaciones que creemos que existan, dice Stefan Krastanov. Pero lo más importante para mí es que la física cuántica muestra cuáles son, en realidad, las restricciones que serían insuperables. Ahora bien, el problema es qué podríamos hacer al disponer del ordenador más potente que las leyes del universo nos permiten ensamblar y cómo, al mismo tiempo, estas mismas leyes ponen límites a las tecnologías.

Una de las aplicaciones del ordenador cuántico puede concernir a la medicina:

Con un ordenador cuántico que aproveche las leyes de la física cuántica podríamos hacer simulaciones de fármacos y materiales excesivamente difíciles de crear en un laboratorio, explica el físico. Es decir, podríamos averiguar si el nuevo medicamento o el material nuevo funcionarán, comprobándolo antes de asignar recursos muy cuantiosos para experimentos con ellos. De este modo podríamos, por ejemplo, crear materiales más sólidos, más livianos y capaces de generar energía de los rayos del Sol. De momento disponemos de un prototipo de ordenador cuántico que nos muestra muchos de los fenómenos que cabe esperar de él, pero cuenta todavía con muy pocos bits cuánticos para ser de utilidad en estas actividades prácticas.

De manera que vamos a necesitar de centenares de miles de estos bits y hacerlos funcionar juntos resulta ahora muy arduo. No obstante, soy optimista y espero que en los próximos 10 años podremos disponer de un ordenador cuántico capaz de simular materiales nuevos y también, poco después, nuevos fármacos.

Las tecnologías deberían concebirse y crearse de manera que ayuden al mundo y que a la vez lo protejan, considera el científico. Que las personas que deseen habitar en un entorno más espiritualizado y ético sepan que tendrán la oportunidad de trabajar en aras de un mundo mejor, resume el físico.

Versión en español por Mijail Mijailov

Fotos: archivo personal



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