El ciervo, uno de los animales salvajes más bellos de Bulgaria, goza de especial veneración en el folklore nacional.
Cuando el Señor tiene algo que decirle a los humanos, envía a la tierra a uno de sus ángeles o a un santo transfigurado de ciervo.
En las canciones y leyendas, en la frente del ciervo enviado por el Todopoderoso brilla el sol, la luna orna su pecho y sus astas son de oro puro.
Hay un sinnúmero de historias extrañas que versan sobre manadas de ciervas, con un venado al frente, mezclándose con los rebaños de animales domésticos sacados a pastear.
Los búlgaros de antaño creían que la aparición de un ciervo podía proteger a humanos y animales de los espíritus malignos del bosque. Existe la creencia de que el venado solo va al corral de la gente que es buena y no codicia lo ajeno.
En las nociones del pueblo, este regio animal es el mediador entre los mundos superior e inferior, así como también compañero de las criaturas míticas del bosque. En los cuentos y canciones folklóricas, las dríades sobrevuelan los abismos o se elevan alto en el firmamento, montando un ciervo de seis alas, con serpientes en las manos que hacen de bridas.
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