En las guías culinarias de São Paulo, en la mayor ciudad de Brasil, con más de 12 millones de habitantes, hay un nombre que destaca entre los principales lugares de interés gastronómico: “Casa Búlgara”. Así se llama el bar de desayunos de Shoshana Baruch, que lleva casi medio siglo en la misma dirección en la que se encuentra hoy. Shoshana es una judía búlgara de 75 años, cuya familia se trasladó a Tel Aviv tras la II Guerra Mundial y, un poco después, se fue a São Paulo, para quedarse. En 1975, la madre de Shoshana abrió una tienda de helados, queso búlgaro, yogur y airyán (bebida fría de yogur batido), que ella misma preparaba.
"Nosotros somos judíos, pero en casa hablábamos búlgaro y desayunábamos o cenábamos burék o bureka, como lo llamamos aquí, que es más o menos lo mismo que la bánitza en Bulgaria. Cuando teníamos visita en casa, no dejaban de insistirle a mi madre: ‘¿Pero, por qué no vendes burek? ¡Está riquísimo!’ Y al final, ella empezó a ofrecerlo en su tienda. A la gente le gustaba tanto que la tienda pronto se convirtió en un bar de desayunos donde se ofrecía principalmente burek, junto con otros desayunos de bollería casera". Así nos lo cuenta la propia Shoshana Baruch, en la entrevista con Radio Bulgaria, y continúa:
"Las primeras burekas eran sólo de queso o de espinacas y queso, como se preparan tradicionalmente en Bulgaria. Pero aquí tenemos una colonia de judíos de países como Polonia, Rumanía o Rusia, a quienes les encantan las patatas. De ahí que empezamos a ofrecer burek con relleno de patatas, luego también burek de carne, de berenjenas y otros tantos tipos de rellenos. Mamá empezó a ofrecer además pastas búlgaras de manzanas, nueces y albaricoques.
También tenemos queso búlgaro, airyan y tarator (sopa fría de yogur y pepino), sólo que en forma de ensaladilla (el llamado ‘tarator seco’)", cuenta Shoshana en su perfecto búlgaro.
Resulta que la familia de Shoshana es la única que produce y vende queso búlgaro en todo el territorio de Brasil, y que Casa Búlgara es una especie de centro cultural búlgaro en el corazón de esta bulliciosa metrópolis. El local está decorado con banderas búlgaras, muñecas con trajes tradicionales de diferentes regiones folclóricas y frasquitos típicos de aceite esencial de rosa búlgara.
A los clientes les suele impresionar un gran cuadro que hay colgado en la pared, que tiene más de 100 años y que muestra motivos típicos búlgaros. "Mucha gente lo ha querido comprar pero este cuadro yo no se lo doy a nadie", dice inamovible Shoshana.
Su madre, Lina Levi, nació en la ciudad de Varna en 1927. Tras la Segunda Guerra Mundial, ella consiguió marcharse a Tel Aviv junto con su familia, y allí nació Shoshana. Desgraciadamente, en Israel la familia de Shoshana sufrió una serie de conflictos militares, y allá por los años 70 sus padres decidieron trasladarse a un lugar más seguro. Partieron para São Paulo.
El nombre “Casa Búlgara” fue elegido a modo de agradecimiento hacia Bulgaria. "Estamos muy agradecidos al pueblo búlgaro - al zar Boris, a Dimitar Peshev y a todos los que nos ayudaron a sobrevivir durante la II Guerra Mundial", comparte Shoshana con emoción, y añade:
“¡50 000 judíos búlgaros fueron salvados! Bulgaria fue el único país de Europa que salvó a sus judíos. Lo dice la historia. Y yo lamento muchísimo que apenas haya gente que lo sepa, a día de hoy. Todo el mundo sabe de lo que fue en Polonia, Rusia, Rumanía, Hungría… pero nadie sabe lo mucho que nos ayudó Bulgaria. Durante la guerra, todos los judíos tenían que llevar una gran estrella amarilla colocada en un lugar visible, para dejar claro que cuál era su procedencia. Los búlgaros colocaron la estrella en un botón, que se podía poner y quitar, no como en otros países, donde la estrella iba cosida a la ropa. Tengo incluso fotos de mi propia madre, con su estrella-botón”.
Así es como Bulgaria es asociada a la salvación en la memoria familiar de Shoshana. Pero es, además, la patria lejana de su difunta madre, quien fundó "Casa Búlgara" en el corazón de São Paulo. Gracias a ella, Shoshana no sólo ha mantenido vivos los lazos con su tierra de origen, sino que además habla un búlgaro maravilloso:
"Mamá nos llevó a Bulgaria en 2007 para que conociéramos su tierra, para que viéramos dónde vivía ella en Sofía, dónde nació, dónde les trasladaron, dónde vivió nuestra abuela, en la ciudad de Shumen. Todo lo que vimos nos gustó. Fuimos toda la familia, al completo, incluidos los nietos mayores. En 2017, mi madre volvió de nuevo a Bulgaria, esta vez con sus nietos más pequeños, para enseñarles también a ellos sus raíces". Así concluye Shoshana Baruch su inspiradora historia.
Autor: Veneta Nikolova
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Archivo de Shoshana Baruch
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