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El Museo Etnográfico Regional de Plovdiv ayuda a revivir el antiguo oficio del fieltrado

El fieltrado búlgaro destaca por su particular colorido, su belleza, y la riqueza de sus símbolos

Foto: Museo Etnográfico Regional de Plovdiv

Las creaciones de lana inspiran una sensación acogedora y cálida a los visitantes del Museo Etnográfico Regional de Plovdiv, transportándolos a aquellas épocas en que los nómadas recorrían vastos territorios con sus rebaños. Y como no se quedaban en ningún sitio, fabricaban todo lo que necesitaban con sus propias manos con lo que la naturaleza les brindaba.

La exposición "Fieltrado búlgaro - Un mensaje de la Antigüedad" nos presenta este antiguo oficio que llegó a tierras búlgaras, según dicen, gracias a los proto búlgaros.

El fieltro es una tela no tejida, elaborada mediante una técnica de conglomerado de la lana”, cuenta Grozdelina Georgieva, directora del museo. “Se van colocando varias capas de lana cardada, de un sólo color o de varios, pudiendo crear diferentes combinaciones de color y diferentes diseños. Por ejemplo, el fieltrado tradicional de la región de Koprivshtitsa, es de un colorido extraordinario y se caracteriza por símbolos como el de la estrella - símbolo protector de la familia; las rosetas, el sol, o figuras que simbolizan la continuidad del clan familiar, y que representan el ‘río de la vida’. Todo esto son mensajes que no pueden ser expresados en palabras, sino a través de los recursos artísticos y expresivos de la propia tela. Si la creación de fieltro es de calidad y se conserva correctamente, puede durar para la eternidad.”

Con la técnica del fieltrado* - o afieltrado - se pueden elaborar toda clase de prendas - ropa, cinturones, zapatos, manteles, tapices… En general, todo lo que pueda elaborarse con tela convencional, puede elaborarse también con fieltro. “Aquí no se necesita ningún utensilio especial - simplemente, tus manos, agua y jabón”, añade Grozdelina Georgieva.

“Al trabajar con colores, cada color tiene un significado. Sobre todo, teniendo en cuenta que las prendas de fieltro se elaboraban con frecuencia a modo de regalo de bodas”, continúa su relato la directora. “Por su primera noche de bodas, los novios recibían una alfombra bendecida, que sería el punto de partida de la nueva familia y de la continuidad del clan. A menudo, como símbolo principal en esta alfombra de fieltro, aparecía en su centro el sol.”

En aquellos tiempos, los objetos de menor tamaño, hechos para el uso doméstico, como zapatillas, mantos o ropa, eran elaborados también por las mujeres, aunque eran especialmente aclamados los maestros artesanos, llamados “drandári” - hombres que iban de pueblo en pueblo y se encargaban de la elaboración de las creaciones de fieltro más laboriosas.

Las piezas grandes, como las alfombras, las hacían los hombres. Se sabía con antelación qué pueblo y qué casa visitarían”, cuenta Grozdelina Georgieva. “Los dueños de la casa debían proporcionar toda la materia prima para que los drandari pudieran elaborar, a lo largo de los próximos días, la gran alfombra que sería el regalo de bodas o el ajuar de la joven novia. Era realmente un trabajo muy duro.”

Según el investigador húngaro y artesano del fieltrado, István Vidak, quien ha dado la vuelta al mundo empapándose de los conocimientos de las diferentes culturas, el fieltrado búlgaro se distingue por su particular colorido, su belleza y la riqueza de sus símbolos. Las piezas de fieltro en tierras búlgaras, son obra principalmente de las dos grandes escuelas de fieltrado búlgaras: la de Vidin y la de Koprivshtitsa. En el territorio de Bulgaria han sido encontradas piezas que datan de comienzos y mediados del siglo XVIII. Después, esta tradición desaparece por un largo período de tiempo.

Desde 2007, el Museo Etnográfico Regional de Plovdiv, comenzó a revivir poco a poco el oficio del fieltrado, reuniendo a artesanos en su patio.

“Actualmente tenemos a seis maestros artesanos del fieltrado, que son los favoritos de los niños. Ningún niño le dice que no a trabajar con lana, con agua y jabón, y hacer su propia figurita, sus avellanas o sus collarcitos. Los niños son los participantes más queridos en nuestros talleres de fieltrado. Muchos de ellos han pasado a ser alumnos de los artesanos y llevan ya cinco o seis años visitándoles. Al comenzar desde muy pequeños, el arte del fieltrado conquista sus corazones y se queda allí para siempre. Y, así como no hay dos personas iguales, lo mismo ocurre con las habilidades - por eso no hay dos piezas iguales de fieltro. Ahí está la magia de la artesanía.”

Pese a ser un oficio tan antiguo, el fieltrado encuentra aplicación también en nuestros días, para la elaboración de hermosas prendas como chaquetas, zapatillas de andar por casa, botines, o fulares, donde se combina el fieltro con la seda.

“El fieltro tiene muchísimas aplicaciones”, dice la directora. “Cuando vienen los artesanos, me encanta abastecerme de varios fulares que en verano retienen el fresco, y en invierno mantienen el calor. Estas son realmente la riqueza y las lecciones de nuestras tatarabuelas y nuestros tatarabuelos, quienes vestían con prendas de este tipo, para que les ayudasen a atravesar las diferentes estaciones del año.”

Grozdelina Georgieva no pierde la esperanza de que este ancestral oficio perdurará. “Nosotros ofrecemos a los artesanos un lugar de encuentro, les alentamos a que sigan trabajando y les damos a conocer porque es importante conocer a la persona real detrás de estas creaciones - que imprime su alma en cada pieza.”, subraya Georgieva. Según nos cuenta ella, son muchos los artesanos que se han retirado del oficio, al enfrentarse a la enorme competencia que representan las mercancías baratas de origen chino, producidas industrialmente. “Es una alegría ver que algunos retoman el trabajo. Y, si siguen aquí, eso significa que han encontrado su nicho en esta profesión, para trabajar en lo que les gusta y lo que se les da bien”, añade la directora.

La exposición de piezas de fieltro del Museo Etnográfico Regional de Plovdiv presenta un amplio abanico de colores, formas y mensajes codificados, repartidos en las dos plantas del museo, y estará abierta al público hasta el 15 de octubre de 2024. “Pasen y véanlo, porque las piezas expuestas llevan en sí, además de sus símbolos de protección, también unos símbolos de bendición. Cada uno puede decidir por sí mismo qué llevarse a su hogar”, invita así Grozdelina Georgieva a todos los habitantes de Plovdiv, y a los visitantes de la ciudad.


* referente a la técnica tradicional de fieltrado en húmedo 


Autor: Diana Tzankova

Versión en español: Alena Markova

Fotos: Museo Etnológico Regional de Plovdiv



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