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Milyo Baltov, el autor del “ángel más vivo” de las iglesias búlgaras

Un artista de Strelcha que encontró un camino propio en el arte posrevolucionario, repartiendo su tiempo entre la pintura religiosa y la profana

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Milyo Baltov (1871 - 1951)
Foto: Museo de Historia de Strelcha

Pintor de iconos y maestro - invariablemente mencionamos estas dos palabras cuando intentamos resucitar del olvido a un pintor que se inició en el arte durante los primeros años tras la Liberación (1878). Esas palabras describen también a Milyo Marinov Baltov*. Sus imágenes sagradas cubren altares de iglesias y sus retratos, llenos de vida, lucen en las galerías revelando ante nosotros a un búlgaro digno que repartía su fervor artístico entre la pintura religiosa y la profana.

Nacido en 1871 y descendiente de una de las familias más prominentes de Strelcha, los Baltov, Milyo mostró tener desde niño una inclinación por las artes pero tuvo que esperar hasta los 25 años para recibir una educación académica. Fue entonces cuando, gracias a los esfuerzos de intelectuales y artistas como Konstantin Velichkov, Ivan Mrkvicka o Antón Mitov, abrió puertas en Bulgaria la Escuela Estatal de Dibujo. Aunque Milyo Baltov no logró clasificarse entre los 48 matriculados de la primera promoción, un año más tarde el destino le encontró con el pintor checo Jaroslav Vesin, quien se iba a hacer cargo del segundo curso de la Escuela Estatal de Dibujo.

A diferencia de otros tantos jóvenes búlgaros que, tras la Liberación, fueron a enriquecer su talento artístico en universidades extranjeras, Milyo Baltov se encontró con Europa en su tierra natal.

“Jaroslav Vesin acababa de llegar a Bulgaria”, cuenta Nikoleta Petkova, directora del Museo de Historia de Strelcha. “Él traía el espíritu de los nuevos tiempos, traía las nuevas ideas de Europa, y Milyo Baltov tuvo la suerte de ser su alumno, asimilado realmente bien las lecciones de su maestro”.


Milyo no se salvó de la movilización militar y de ser enviado al frente. Al igual que muchos otros compañeros suyos, él también participó en la Guerra de los Balcanes, descubriendo en aquellos decisivos tiempos su talento como pintor de paisajes.

El Museo de Historia de Strelcha está en posesión de tres obras suyas, en que se vislumbra el trágico destino de los soldados búlgaros en Sivri Tepe.

“Tras las gloriosas batallas de Bulair, el 27º Regimiento Chepinski rompió filas en Sivri Tepe, cerca del golfo de Saros, en el mar Blanco”, cuenta Nikoleta Petkova. “El 15 de febrero de 1913 hubo una tormenta de nieve que duró 72 horas, durante las cuales no se encendió ningún fuego para no llamar la atención a las tropas turcas. Así fue como ocurrió una de las mayores tragedias: no en una batalla, sino en el campamento. Bulgaria perdió en esa tormenta a muchos soldados y oficiales. Milyo Baltov pintó sus cuadros tres meses después de ese dramático suceso. En uno de ellos podemos ver escrito con letras rojas en la parte inferior el conmovedor texto “El Valle de la Muerte”. Estos paisajes están realizados en colores pastel: vemos unos árboles, un cielo, un mar, que evocan tristeza”.

El despliegue en Sivri Tepe

Es un hecho poco conocido que Milyo Baltov también participó en la Primera Guerra Mundial. Residió en la localidad morava de Leskovac, donde fundó una escuela y fue nombrado gobernador de distrito. “Incluso en tiempos de guerra, el artista encontró la manera de enseñar a los niños y a ejercer su amada profesión”, subraya la directora del museo.

Él también cumplió con su deber cívico en su ciudad natal, convirtiéndose en alcalde de Strelcha en 1923. En aquellas primeras décadas de libertad, en la Bulgaria posterior a la Liberación, la dedicación a la profesión personal iba de la mano con la llamada de la Patria:

El fervor renacentista no desapareció tras la Liberación, al contrario”, afirma convencida Petkova. “La mayoría de los búlgaros dieron todo de sí para ser de ayuda a sus lugares natales. Milyo Baltov participó activamente en la vida cultural de Strelcha, llegando a hacer decorados para producciones teatrales que, por desgracia, se han perdido. Además de alcalde y secretario del municipio, fue elegido rector de la iglesia. Dejó su legado en varias iglesias de las localidades de Pazardzhik y Plovdiv, y estuvo enseñando durante todo ese tiempo”.

También pintó los frescos y los iconos de varias iglesias. En la Santa Ascensión del Señor, en el pueblo de Kadievo en Plovdiv, Baltov recreó la extraordinaria escena de la Última Cena. En la iglesia de la Asunción de Pazardzhik pintó el icono milagroso de la Virgen con el Niño, famoso por ayudar a muchas familias a tener hijos. Y en su ciudad natal, Baltov pintó la imagen angélica más “viva” que se conoce a día de hoy en tierras búlgaras.

El Arcángel Miguel

“El derecho a pintar iglesias sólo se les concedía a quienes habían completado el curso de tres años en la Escuela Estatal de Dibujo, y que luego habían matriculado la escuela de pintura de iconos”, nos recuerda Nikoleta Petkova. “Este es también el caso de Milyo Baltov, cuyo primer encargo fue el de nuestra iglesia San Miguel Arcángel”. El realizó las pinturas del templo junto con su buen amigo Gospodin Zhelyazkov. Aquí Baltov pintó con el alma y consiguió mostrar todo lo aprendido de su maestro Jaroslav Vesin.

Una de sus mejores obras es el icono del Arcángel Miguel en el iconostasio - una imagen llena de vida y de movimiento. Casi 20 años más tarde, el artista pintó un segundo icono del Arcángel Miguel donde, a diferencia del primero, el santo está representado con unas alas más estáticas - probablemente esta recesión en su obra se debiera en gran parte a su fe, ya que estaba muy vinculado a la iglesia y a los cánones”.

Retrato de Nevena Baltova

Y, si las imágenes de los santos en las pinturas religiosas de Milyo Baltov se caracterizan por sus rostros humanos idealizados, los retratos de sus seres queridos presentan unos rasgos etéreos, casi cercanos a lo divino. Así es que los retratos de sus cuatro hijos desprenden un halo angelical. El retrato de su hija Nevena es especialmente significativo: su rostro pensativo, con la mirada apartada del espectador, nos recuerda a un mensajero de otro mundo superior, que trae un mensaje importante.

Milyo Baltov falleció en 1951 en Plovdiv, donde estuvo practicando como profesor y artista hasta el final de sus días.

“Baltov fue pintor en una época muy interesante, cuando el joven Estado búlgaro empezaba a formar a sus artistas”, señala Nikoleta Petkova. “Ya se organizaban exposiciones y el arte en general estaba alcanzando un nivel muy alto. Milyo Baltov forma parte de este proceso y es bueno tener más ocasiones de hablar de personalidades así, que son recordadas en sus lugares de origen pero que, por desgracia, no han conseguido ocupar el lugar que les corresponde en la historia del arte búlgaro de principios del siglo XX”.


Autor: Diana Tsankova

Versión en español: Alena Markova

Fotos: Museo de Historia de Strelcha


*No confundir con Milyo Todorov Baltov, revolucionario e historiador, también nacido en la ciudad de Strelcha, en 1848 (N. del T.)



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