Hace algo más de 80 años, en el año 1942, en la ciudad de Sofía nace un niño, hijo del amor entre un francés y una búlgara. Sus padres se conocieron en Francia pero en 1939 regresaron a Bulgaria, donde les pilló el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El padre creó la escuela “Girasol” (Slanchogléd), donde los niños entre 4 y 14 años aprendían la lengua francesa a través de juegos. Hasta el día de su cierre, en esa escuela llegaron a estudiar unos 700 niños.
“Supongo que es precisamente a este origen mío, a lo que debo el gran amor que albergo por mis dos patrias, igual de fuerte hacia ambas. Aún así, es especial la ternura que siento por la pobre Bulgaria, y su sufrida historia”. Estas son las palabras del búlgaro Alfred Foscolo en el prólogo de su novela autobiográfica, “Hice lo que pude” (Naprávih kakvóto mozháh).
Aunque la trama de este libro sea digna de la gran pantalla, el autor confiesa que la novela fue resultado del destino político de Bulgaria.
“Si las cosas se hubieran desarrollado como yo quería, y que Bulgaria no estuviera gobernada por los mismos políticos que gobernaban en el pasado, o por sus descendientes - que hacen lo posible por alejar Bulgaria de su camino europeo -, entonces probablemente yo no me hubiera sentado a escribir estas páginas. Y es que nosotros éramos unos chicos y chicas normales que vivían en un mundo desquiciado. Esto me motivó a ayudar de alguna manera a que las cosas cambiasen”.
En 1966, Alfred Foscolo se dirigía al gobierno comunista búlgaro con un llamado. Su escrito no hubiera provocado una gran reacción hoy en día, ni en los políticos, ni en los ciudadanos, puesto que en él se reclamaban unos derechos humanos básicos: algo que en la actualidad damos por hecho.
“Con mi llamado no pretendía rebelarme, sino que tenía la intención de llegar a los gobernantes y hacerles comprender que debían encaminarse en una dirección democrática. Sé que suena un poco ingenuo, pero hoy estos reclamos son una realidad: una república parlamentaria, la libertad de movimiento, la libertad de la prensa y del discurso... Todo eso hoy existe, pero el que exista no significa que estará ahí para siempre, si bajamos la guardia”.
A partir de1957, Alfred Foscolo estuvo viviendo entre Francia y Bulgaria, volviendo a Bulgaria cada verano. Las relaciones y las conversaciones que mantenía en los años 60 no le permitían ser impasible, y él colaboraba en todas las formas posibles para apoyar el creciente deseo de cambio entre los búlgaros de aquel entonces. Después de que uno de sus amigos fuera delatado a causa de datos filtrados sobre quién imprimió el escrito, su actividad acabó llamando la atención de la Seguridad Estatal. El Gobierno comenzó a seguirle y en 1968 le detuvieron, tras convencerle a volver a Bulgaria para llevarse a su futura esposa, Rayna. Alfred fue detenido en el último día de su estancia en el país. Fue declarado espía y sentenciado a 15 años de prisión. A los tres años fue liberado gracias a una intervención diplomática.
Alfred Foscolo comenta brevemente la actual situación en Bulgaria, definiéndola como extremadamente preocupante. En momentos así, no es raro que surjan diferentes movimientos rebeldes, señala nuestro interlocutor, y añade que recuerda una protesta en Bulgaria, de hace ya 31 años, de la misma magnitud que las huelgas de 2018 de los llamados “Chalecos amarillos”, en Francia:
“En 1944, cuando las manifestaciones se llevaron por delante al gobierno de Zhan Videnov, esto fue el resultado de una activación en la sociedad. Pero este logro fue “confiscado”, porque los políticos de entonces permitieron que aquellos que traicionaron el poder político, se ocuparan del poder económico. Lo que les permitió, a su vez, volver a incorporarse más tarde a la política. La transición en Bulgaria comenzó y permaneció igual que la de Rusia, a diferencia de cómo ocurrió en el resto de países comunistas donde la nomenklatura fue eliminada”, analiza así Alfred Foscolo el camino de Bulgaria hacia la democracia.
Autor: Yoan Kolev
Versión en español: Alena Markova
Fotos: Instituto Francés de Sofia, archivo personal Alfred Foscolo
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