El 10 de noviembre de 1989, un día después de la caída del Muro de Berlín, caía el dictador comunista búlgaro Todor Zhivkov. Lo derrocó un grupo de sus propios camaradas de la cúpula del Partido Comunista, con el visto bueno del líder reformista soviético Mijail Gorbachov. Ese día comenzaba en el país balcánico un difícil cambio: la transición del régimen totalitario con un solo partido, gobernante, y un dictador, a la democracia pluripartidista y el sistema económico con mecanismos de mercado e iniciativa privada.
La caída de Zhivkov no significó la caída del régimen comunista en Bulgaria, pero fue una condición imprescindible para la democratización del país. Zhivkov personificaba la dictadura, la falta de libertades políticas, el colapso de la economía socialista de rígida planificación central y una barrera ante los vientos de la Perestroika. Para el triunfo total de la democracia hubo que esperar bastante, pero en cambio fue pacífico. La recién nacida Unión de Fuerzas Democráticas, opositora a los comunistas que ya se llamaban socialistas, emprendió una ardua lucha por cambios radicales y, de paso, por el poder. Gobernaría el país en varios períodos, con éxito ambiguo. Los socialistas, también. Comenzaba la privatización de la propiedad del Estado y el paso a la economía capitalista. La coalición anticomunista, ya con líderes nuevos, pero desangrada por discordias, errores y ambiciones, perdía membresía e influencia. La confianza en los políticos de todos los colores quedaba en agua de borrajas. El antiguo rey de Bulgaria llegó a ser primer ministro de la República, también con éxito ambiguo. Algunos amasaron fortunas, muchas de ellas sucias, otros empobrecieron, nació la nostalgia por el régimen anterior. Surgieron mafias, crimen organizado y corrupción, lacras que no han desparecido. Pero el balance general de la transición es positivo. En especial, en política exterior. La socióloga Evgenia Kalinova expresa:
“Bulgaria fue admitida en la OTAN y la Unión Europea. Desde este punto de vista, la transición democrática del país ha terminado. Pero la sociedad está muy dividida en ricos, los menos, y pobres, los más, y los resultados sociales de la transición democrática que comenzó aquel 10 de noviembre no satisfacen a la población.”
Venceslav Nikolov
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