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La Biblioteca Nacional “Santos Cirilo y Metodio” guarda el tercer archivo más grande en el mundo de documentos turco otomanos

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La “Geografía” de Idrisi – una de las cuatro copias conservadas en el mundo
Entre los tesoros de papel que tiene Bulgaria está el Archivo Turco Otomano que se guarda en la Biblioteca Nacional “Santos Cirilo y Metodio”. Sus cimientos fueron puestos con la inauguración de la Biblioteca Nacional –la primera institución cultural creada tras la Liberación hace 140 años–. En 1909 por un decreto del zar Fernando se creó el Departamento Oriental de la biblioteca. El objetivo de investigar este archivo era esclarecer el pasado del pueblo búlgaro dentro del Imperio Otomano – cuenta Milena Zvancharova– uno de los tan sólo seis funcionarios que cuidan de esta riqueza–.

СнимкаLa idea de crear el archivo fue la de juntar todos los documentos en grafía árabe que se habían quedado en Bulgaria después de la retirada de los otomanos –manuscritos, libros antiguos, diversos documentos–. Por eso se inició una búsqueda deliberada de estos materiales. Forman la base del archivo colecciones de varias grandes bibliotecas otomanas –de Husrev Pasa de Samokov y de las bibliotecas de Sofía, Vidin, Ruse, Kiustendil–.

Por una razón curiosa en 1931 el archivo se agrandó. El propietario de la fábrica de papel de Kniazhevo compró en Estambul 22 toneladas de papel para reciclar. Después de llegar a Bulgaria, se dieron cuenta que los sacos contenían el Archivo Turco Otomano que fue vendido a la Biblioteca Nacional.

Tras esta compra, nuestra colección documental en idioma turco otomano fue valorada como la tercera más grande en el mundo después de las de Estambul y de Cairo. Aquí se guardan más de 1 millón de documentos en grafía árabe, principalmente en turco otomano y también en árabe y persa, que hablan de diferentes lugares del Imperio Otomano y que van cronológicamente del s. XV al XX. Aparte, la colección de manuscritos es de unos 4 mil códigos, 2 mil libros –cuenta Milena Zvancharova–.

Copia de 1614 del diccionario de Fairuzabadi con forro y carátula de ceda originales hechas en una biblioteca de libros en grafía árabe donde se guardaba
Los documentos que llegaron de Estambul se convirtieron en un desafío desde el punto de vista archivista, no sólo por estar escritos en otro idioma, sino que en realidad se trataba de papel para desechar en pleno desorden. Crear de este papel un archivo organizado requería habilidades y conocimientos, y la labor de generaciones de archivistas. Los expertos búlgaros contaban con sus propias fuerzas lo que hizo que el estudio del idioma y culturas otomanas en Bulgaria se convierta en líder mundial. Actualmente la tendencia es un poco diferente. El Estado no tiene una estrategia a largo plazo en cuanto al archivo pese a su valor histórico y cultural –reconoce Milena Zvancharova–.

Mahzar – solicitud colectiva con firmas y sellos de los solicitantes
Uno de los motivos por los que este archivo no encuentra su lugar en los planes de gestión de la cultura en Bulgaria es la huella que nos ha dejado la presencia otomana y por ello nos cuesta admitir que se trata de un patrimonio cultural, dice Milena y agrega: Lo específico de este archivo requiere un determinado nivel de madurez social, a la cual desgraciadamente no hemos podido llegar.

Las investigaciones en los años 40 del siglo pasado de los sacos de Estambul se centraban en los documentos relacionados con las luchas de liberación nacional –sobre los héroes nacionales Vasil Levski, Hristo Botev, el movimiento revolucionario –.  Muy poco se investigaron los documentos que no tenían nada que ver con las tierras búlgaras. Los más demandados fueron los “defteros”  –registros con todo tipo de información sobre la población–.

Los llamados “defter” – registros, las más de las veces de impuestos, que proporcionaban información sobre la población. Los forros están hechos con la técnica Ebru.
En los medios informativos topamos con información de que parte del Archivo Otomano fue sacado por las tropas rusas durante la Guerra Ruso-Turca. Milena Zvancharova desmiente categóricamente tal aseveración.

Durante la Guerra Ruso-Turca no se puede decir que hubo un archivo. Desde que existe el archivo, de aquí nadie se ha llevado algo. Es cierto que toda tropa, sobre todo los grandes ejércitos imperiales, tuvieron un cuerpo de científicos que juntaba trofeos militares. Hay manuscritos que fueron sacados del territorio búlgaro por las tropas libertadoras como trofeos militares. Pero nosotros también tenemos trofeos militares capturados por nuestras tropas de ocupación en las zonas del sur de la Península Balcánica.

Versión en español por Ludmila Sávova
Fotos: Miglena Ivanova


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