La Asociación Nacional de Comerciantes y Transportistas de Combustibles, que incluye a casi 100 compañías, está protestando contra los "chalecos amarillos búlgaros" esta semana. Se planean manifestaciones en las principales ciudades, así como el cierre de puntos fronterizos, dijo a Radio Nacional de Bulgaria (BNR) el portavoz de la Asociación, Simo Simov. La gente está desesperada, está luchando por su pan, explica él.

La tensión es provocada por la Ley de Combustibles, que entrará en vigor a fines de enero y que, según Simov, pone condiciones incumplibles y una serie de barreras para los "pequeños" en el sector. Es por eso que de la Asociación lo describen como "cabildeo" y "corrupto" a favor de las grandes cadenas. Para las pequeñas empresas resulta impensable el requerimiento de 20.000 levas (10.225.84 EUR ) capital social, otro tanto para la garantía bancaria, y la pertenencia de 10.000 botellas para llenar de gas, lo que aumentará los gastos para los comerciantes. La Asociación insistirá en la suspensión de la ley y que se presente a juicio la ordenanza para su implementación. También se ha presentado una demanda ante la Comisión Europea por la violación de la legislación antimonopolio.

La protesta se está convirtiendo en una forma de participación democrática, como está ocurriendo recientemente en Bulgaria, cuando los mecanismos institucionales formales de participación política están bloqueados, cuando no se tiene un partido que proteja tú interés particular, cuando las instituciones se están obviamente ahogando en la batalla constante entre diferentes lobbys empresariales, dice el analista político Strajil Deliiski en una entrevista concedidaa Radio Nacional de Bulgaria. él es categórico de que el "chaleco amarillo" búlgaro no sería como el francés y expresó su preocupación por los probables intentos de utilizar la protesta con fines políticos.

La gran mayoría de la población tiene problemas con la corrupción, así como problemas con su situación socioeconómica. Una nueva propuesta política positiva debe tener en cuenta el hecho de que el sistema en Bulgaria, tal como se ha construido, no puede producir ningún otro resultado que el de la profundización de las desigualdades, las divisiones y la redistribución de los recursos públicos hacia las minorías a expensas de la gran mayoría, dice Deliiski.

Según él, la gente en Bulgaria parece estar acostumbrada a que el poder gobierne no en virtud de la visión política estratégica, sino que reacciona a los deseos de ciertos grupos sociales. El poder político utiliza estas divisiones sociales, y la falta de argumentos políticos conceptuales da lugar a que cualquier decisión del gobierno sea disputada.

En palabras del politólogo, esta protesta y estas demandas abren una serie de asuntos mucho más profundos: ¿por qué los automóviles se han convertido en la forma más importante para moverse e ir a trabajar, el tema del transporte público, la desproporción del desarrollo económico, entre otros?

En un momento como este es suficiente sólo una razón: como lo son los impuestos sobre los autos viejos, las accisas sobre el combustible, etc., para que todo este enredo de tensión pueda desenredarse y convertirse en una explosión, dice categórico para Radio Nacional de Bulgaria, Strajil Deliiski.

Redactado por Elena Karkalanova
Versión en español por Ludmila Sávova