El Perú, país de antigua historia, lleno de enigmas, siempre ha sido un lugar muy atractivo para los amantes del turismo de aventura y religioso. Aquella tierra invierte nuestras nociones de la vida por el ralentizado ritmo de su día a día en el que, de una forma inusitada, todo ocurre de forma planificada; por la ruidosa vida en Lima y la tranquilidad filosófica del lago Titicaca y por la coexistencia en paralelo de dos mundos opuestos: el de la opulencia y el de la miseria. La perla en la corona es, desde luego, Machu Picchu, cuyos contornos evocan el perfil de un inca.
En 2001, guiada por el amor, la búlgara María Sirakova fue a parar en ese mundo. Marchó al Perú por corto tiempo pero se quedó allí 13 años.
¿Fue difícil su encuentro con la cultura de ese país, bastante diferente de la nuestra?
“El Perú es un país muy bello y hospitalario, pero mi encuentro con él fue bastante duro. En aquel momento el país acababa de salir de la época del terrorismo. Por las calles no había gente, ni cafeterías, ni nada que de alguna manera se pudiera asociar a Europa y Bulgaria. Y sin embargo, sorprendentemente, en unos 5 o 6 años, con la llegada de la democracia, el país cambió por completo. En estos momentos Lima no tiene nada que ver con lo que fue en 2001. La economía peruana se desarrolla muy rápidamente, el país tiene gran riqueza natural, se ha adelantado a México en la producción de oro, pero aún persiste la fuerte división de las clases sociales. El pobre en el Perú es muy pobre y el rico, muy rico. Ese país no fue afectado por la crisis económica de 2008. Por el contrario, creció en lo económico y el dinero se invertía en infraestructura. Hoy, Lima está completamente transformada, tiene buena infraestructura y muchos parques y espacios urbanos. Fue restaurado el casco viejo de la ciudad, heredado de los españoles, y cuidan de él con mucho esmero”.
María comenta que el espíritu búlgaro está presente en el Perú en la persona de una veintena de connacionales nuestros, muy unidos. Juntos celebran las fiestas tradicionales búlgaras, se apoyan y se ayudan recíprocamente. Cada cierto tiempo María tiene tuvo la posibilidad de hacer de guía turística de búlgaros que iban a visitar el Perú.
¿Con qué ideas suelen llegar ellos a ese país y suelen coincidir sus nociones previas con la realidad peruana?
“La sociedad búlgara es relativamente homogénea, mientras que en el Perú la situación es diferente. Lima y la costa peruana, la parte montañosa del país y la selva no tienen nada de común. Algo que sorprende mucho a los búlgaros es la convivencia de las diferentes culturas. Para mí lo nuevo en el Perú fue el encuentro con la persona diferente de ti y con lo que te puede enseñar esta persona. Los búlgaros venimos de Europa, de una civilización muy antigua. Lo que aprendemos en el Perú es que aunque uno no sea tan civilizado (según nuestras nociones), puede ser una persona muy feliz y bondadosa. Otra cosa que sorprende a los búlgaros es ver el progreso y la miseria en un mismo lugar. En el Perú puedes vivir en un barrio muy rico pero nada más salir de él puedes chocar con una miseria increíble. La verdad es que la pobreza en América Latina no es solo económica o financiera, sino que es también pobreza en oportunidades. Es algo que en Bulgaria no solemos apreciar en suficiente grado porque, por muy difícil que sea la situación en nuestro país, aquí la gente siempre tiene oportunidades.
Al visitar otro país, uno inevitablemente busca similitudes entre su propia cultura y la ajena. ¿Existen similitudes entre la cultura búlgara y la peruana?
“A nivel de cultura sí existen. Los peruanos son muy hospitalarios y abiertos, lo mismo que los búlgaros. Otra similitud se puede ver en el folclor. Algunos de los bailes peruanos se parecen mucho a los búlgaros, al igual que los trajes típicos, los tejidos, etc. Búlgaros que llevan años residiendo en el Perú me han comentado que hay palabras similares entre la lengua búlgara y la quechua, la segunda lengua oficial del Perú. Por ejemplo, el vocablo taita (es decir papá en quechua) y el tata o teiko, en búlgaro.
¿Cómo ve María a Bulgaria después de haber estado 13 años lejos de ella?
“Viniendo del Perú, Bulgaria me parece muy bien. Siempre discuto con mis connacionales: cierto que hay crisis, cierto que las leyes tal vez no sean tan buenas como pudieran ser, pero los búlgaros nunca hemos padecido pobreza de oportunidades, y esto es una gran ventaja. Por otro lado, al cabo de tantos años de vida fuera de Bulgaria, ahora el país me parece muy bello. En Lima a mi hija le tomaba una hora y media llegar al colegio. Aquí en una hora y media se puede llegar de Sofía a la espléndida cordillera balcánica de Etropole. Es una de las grandes ventajas que tiene Bulgaria, que debemos aprender a apreciar. Este país es un lugar maravilloso”.
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