La historia y la cultura de los búlgaros del Banato, radicados en Rumanía, Serbia y Bulgaria, y su identidad están en el foco de la conferencia , celebrada el 26 de enero en Sofía y titulada “Los búlgaros del Banato: antes y ahora”. Son organizadores del foro el Instituto de Etnología y Folclore con Museo Etnográfico, adscrito a la Academia de Ciencias de Bulgaria y la Asociación de los búlgaros del Banato. Entrevistaremos a Mirela-Antonela Petrescu, participante en la conferencia, de la Federación de la comunidad búlgara en Rumanía y periodista en la Radio Pública de Rumanía, para conocer información sobre el pasado y el presente de los búlgaros étnicos de la aldea rumana de Vinga. Vinga es la segunda localidad búlgara más importante del Banato por el número de los habitantes búlgaros como también por el orden cronológico de su asentamiento. Esto ocurrió en el año 1741 cuando la aldea les fue donada a los búlgaros étnicos por el emperador Carlos VI. En 1744 la emperatriz María Teresa les otorgó determinados privilegios y en aquella época la aldea cobró estatuto de ciudad con el nombre de Teresiópolis. Hasta la I Guerra Mundial Vinga se mantuvo como importante centro cultural de los búlgaros del Banato.A mediados del siglo XIX se editaban allá libros y periódicos búlgaros, se creó también una sociedad educativa búlgara, señala Mirela Petrescu.
También hoy en día la comunidad búlgara en la aldea de Vinga, integrada por unas 300 a 350 personas, se mantiene cohesionada en torno a su autóctona cultura material y espiritual, desarrolla una actividad cultural intensa y procura conservar sus hábitos y costumbres. Celebra a la usanza búlgara la Navidad, acata los ritos nupciales búlgaros. Cuando acuden a la iglesia en los días feriados y festivos los búlgaros de Vinga suelen ir engalanados con trajes típicos búlgaros. Se suelen comunicar entre sí hablando, incluso hoy en día, la lengua búlgara.
Los búlgaros en Vinga hablan o más bien charlan en un habla búlgara del Banato, conservada durante más de 300 años. Se trata de una lengua búlgara arcaica dialectal que los lingüistas búlgaros han estudiado. El fondo básico del vocabulario y la estructura gramatical de este tipo de habla son búlgaros si bien han sido influenciados hasta cierto punto por el entorno lingüístico, por las lenguas rumana, serbia y otras, dice la periodista rumana y continúa: La aldea está situada entre dos ciudades importantes, Arad y Timisoara. Esta ubicación ejerce inexorablemente su influencia sobre los moradores de la aldea de Vinga, a diferencia de lo que ocurre con otra aldea búlgara del Banato, la Star Bisnov que, por encontrarse un poco más aislada, ha conseguido conservarse mejor en el tiempo.
Entre los factores que a través de los años han aportado a que se mantenga vivo el espíritu de la identidad búlgara en la aldea de Vinga figura la religión que, sin embargo, no es la profesada por el rito cristiano ortodoxo. Los búlgaros en Vinga profesan el catolicismo. Con recursos que entre todos han recaudado, en la aldea se ha construido un templo imponente, dice María Petrescu .Es uno de los templos católicos más hermosos en el Banato que atrae a gran número de cristianos creyentes y turistas. El templo fue construido en 1891 y su consagración se produjo al año siguiente. En 1992 fue declarado monumento del patrimonio cultural de Rumanía. Desde hace un par de años se organizan en este templo conciertos en el arco del Festival Internacional de Órgano de Timisoara.
Antaño llegó a ser el orgullo de la aldea su fábrica de producción de chocolates que en la primera mitad del siglo XX se encargaba de suministrar dulces tentaciones a la Familia Real de Rumanía, señala la periodista rumana y agrega: En el siglo XIX ya había cobrado fama en el país y en el extranjero gracias a su famosa fábrica de bombones de chocolate que llevaba el nombre de la aldea. En el año 1885 abrió sus puertas en Vinga un taller de repostería que en los años anteriores a la Primera Guerra Mundial fue adquirida por el empresario serbio Draskovic. Éste consiguió transformar aquel taller en una de las empresas más conocidas en aquel entonces en Europa cuya producción se iba colocando con éxito no sólo en Europa sino también en EE.UU. y en Asia. En 1948 la fábrica de chocolates fue nacionalizada y su actividad fue decayendo paulatinamente, concluye Mirela-Antonela Petrescu.
Versión en español por Mijail Mijailov
Fotos: Archivo personal
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