No obstante, en cada trozo de meteorito se encuentra plasmado un instante de la prehistoria del Sistema Solar. Es por eso que gente de todo el planeta arriesga a veces la vida con tal solo de poder sostener uno en la mano.
Gueorgui Penev es coleccionista de meteoritos. Dice que no es necesario ser aventurero para colectar rocas espaciales. Por otra parte, si no se es aventurero, no hay manera de ir en su busca, porque para ello, además de conocimientos, resistencia física y paciencia, se requiere coraje.
Los meteoritos son más fáciles de encontrar en el desierto y en la Antártida. Mucho más difícil es localizarlos en zonas cubiertas de vegetación –explica Gueorgui– . He ido también a Marruecos en pos del famoso meteorito de hierro de Taza, pero la expedición fue interrumpida por una fuerte tormenta en el desierto. En Marruecos hallamos varias piezas pequeñas que luego resultaron ser residuos, al parecer dejados por otros exploradores.
Sin embargo, la emoción de buscar meteoritos y tratar con la población local resulta interesante. También es una experiencia extraordinaria pero peligrosa; uno se queda solo con todos sus temores, pero también consigue encontrarse a sí mismo.
Gueorgui Penev se apasionó por su peculiar pasatiempo después de ver una película sobre dos cazameteoritos. Diecisiete años más tarde, tiene una colección de más de 120 piezas; las de mayor valor son dos meteoritos de Marte. Tiene especial interés por las condritas de carbono, ya que se supone que dieron origen a la vida en la Tierra.
Su primer meteorito pertenece a las llamadas condritas ordinarias, una materia primitiva intacta de 4.500 miles de millones de años, tantos cuantos tiene el Sol.
Cada día en cualquier parte del mundo caen meteoritos; quizás cientos de kilogramos contando el peso del polvo cósmico –prosigue el coleccionista– . La mayoría desaparecen irreversiblemente en los mares y océanos, pero también están los que alcanzan tierra firme para ser encontrados. La amenaza, empero, es enorme, por eso la organización Asteroid Day tiene una red de astrónomos y voluntarios en todo el mundo para rastrear la trayectoria de los grandes trozos de roca que amenazan a nuestro planeta. Según las estadísticas, hasta la fecha ha sido detectado sólo un 1% de los asteroides potencialmente peligrosos, y suponiendo que su número total asciende a un millón, apenas 10 000 se rastrean. De modo que el peligro está ahí en todo momento pero en algunos casos no se podría hacer nada, por desgracia.
De la fuerza del impacto de las rocas espaciales en el pasado dan fe los rastros de cráteres gigantescos diseminados por la superficie de la Tierra.
Afortunadamente, la humanidad todavía no ha afrontado un cataclismo de este tipo –comenta Gueorgui– , pero dada la velocidad a la que se mueven los objetos en el Sistema Solar, podría ser imposible neutralizarlos, en especial los de menor tamaño, ya que son más difíciles de rastrear.
Versión en español por Daniela Radíchkova
Fotos: www.meteorites.bg
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