Bajando desde el centro histórico de Sofía, la plaza Sveta Nedelya, por la principal calle peatonal de la ciudad, no podemos dejar de admirar la magnífica silueta de la montaña que hay enfrente: Vitosha, uno de los símbolos de Sofía. En agosto de 1895, el escritor Aleko Konstantinov convenció a 300 entusiastas de escalar juntos Cherni Vrah, el pico más alto de la montaña: (2 290 metros de altitud), estableciendo así las bases del turismo organizado en Bulgaria. Casi 40 años después, en 1934, Vitosha fue declarado el primer parque natural de Bulgaria.
Fue una iniciativa de la Unión para la Protección de la Naturaleza Búlgara. Al principio fue proclamada parque natural la parte más alta de la montaña, que era propiedad del Estado. Posteriormente, los límites del parque se ampliaron y ahora su territorio abarca algo más de 27 000 hectáreas, explica Vanya Ratarova-Gueorguieva, Directora Adjunta del parque.
Hoy en día, Vitosha es un lugar muy apreciado por los ciudadanos de Sofía para pasear y relajarse durante todo el año. Ofrece más rutas variadas menos transitadas con diferentes grados de dificultad, rutas para ir en bicicleta y a caballo y rutas temáticas, continúa Vanya Ratarova-Gueorguieva:
Por ejemplo, el Pasaje de las Hierbas, que empieza al principio del bosque Knyazhevo, pasa por la zona de Byalata Voda y Zlatnite Mostove y termina en la cabaña Momina Skala. A lo largo del pasaje hay 40 tableros de madera con los pensamientos de Peter Dimkov sobre la naturaleza. Este domingo, 23 de junio, se celebrará en Vitosha la fiesta tradicional de Enyovden con un recorrido por el Pasaje y una gran fiesta de la cabaña de Momina Skala.
Otros eventos populares del parque son el recorrido por el monte Vitosha, que incluye100 kilómetros de súper maratón de montaña y ciclismo a mediados de junio, así como el tradicional ascenso multitudinario al pico Cherni Vrah el 25 de agosto.
Vitosha también ofrece sitios interesantes para los escaladores: “Kominite” (Las Chimeneas), “Divite Skali” y la cascada de Boyana. La cueva Duhlata, que con sus 18 km. de longitud es la más larga de Bulgaria, es un paraíso para los espeleólogos. Es un lugar muy interesante, pero con un régimen estricto de visitas y solo con un guía cualificado, por la seguridad de los turistas, señala Vanya Ratarova-Georgieva, añadiendo que todos los rincones del parque son de interés por su diversidad biológica, sus paisajes y su patrimonio cultural.
Además de la iglesia medieval "San Pantaleimón” de Boyana, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en Vitosha se pueden ver los restos de un santuario tracio situado en el monte Kikish, cerca del pueblo de Marchaevo, y restos de una fortaleza tracia y un asentamiento eslavo al pie de la cueva Duhlata. En el pueblo de Bosnek también hay restos de una fortaleza tracia con tres torres. En el centro del templo había un santuario relacionado con el culto al sol.
Un fenómeno geológico específico de esta montaña es el río de piedra: las morrenas (cordilleras o mantos de material glaciar no estratificado). Según una de las teorías, son el resultado del deslizamiento de los glaciares a finales del período Cuaternario; según otra, de la intemperie y erosión del agua bajo las piedras.
En Vitosha está representada la mitad de la flora de montaña de Bulgaria: se han descrito 1 859 especies. Es emblemático el tulipán Vitosha, una hermosa flor de color amarillo brillante.
También hay dos tipos de plantas carnívoras: el trébol balcánico y la drosera. Los pétalos brillantes y pegajosos del trébol carnívoro atraen a las moscas y se pegan, y la secreción que liberan las hojas disuelve el cuerpo del insecto. Sorprendidos por la proximidad de Vitosha a la capital, a veces los turistas olvidan que van a la naturaleza y no se esperan para encontrarse con animales salvajes. En esos casos, lo más importante es no molestar a los animales, por cerca que estén:
Lamentablemente, los visitantes que no están familiarizados con los hábitos de la vida silvestre a menudo cogen corcinos (crías de corzo) y cervatillos, pensando que han sido abandonados por sus madres. Pero no es el caso: las madres están cerca, aunque no las veamos. Las crías se quedan quietas, y aunque parecen abandonadas, esa es simplemente su reacción natural para protegerse de los depredadores. Lo que podemos hacer es movernos lo más rápido posible, advierte Vanya Ratarova-Gueorguieva, y añade que en Vitosha viven entre 10 y 15 osos que prefieren las zonas menos visitadas por los turistas, es decir, la ladera sur de la montaña.
Vitosha, el inestimable regalo de Sofía, ofrece maravillosas oportunidades para alejarse del ajetreo de la vida cotidiana. Allí podemos dejar atrás la energía negativa, pero sin olvidar llevarnos nuestra basura en la mochila al irnos, para preservar la magnificencia de la vida silvestre.
Versión en español por Marta Ros
Fotos: Miglena Ivanova
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